Nací en Caballito, Ciudad de Buenos Aires, el 9 de agosto de 1960, pero a partir de los cuatro años viví casi siempre en San Telmo.
Mi primer acercamiento a la música se produjo a los 7 años. Mis padres me compraron una guitarra española para chicos en Antigua Casa Núñez.
Esa tarde al llegar a casa puse mi Winco y un disco de folclore, me senté al lado con mi guitarra nueva suponiendo que la cosa iba a funcionar pero grande fue mi decepción. Comencé a estudiar con la Profesora Zulema Fleury (hija del gran guitarrista y compositor Abel Fleury) quien me enseñaba canciones folclóricas y melódicas de aquella época (año 1967/68). Así también tocaba y cantaba aquellas zambas, como por ejemplo “Zamba de mi esperanza“. Todavía recuerdo el cuaderno donde Zulema me escribía las letras en azul y los tonos en rojo. Debe haber sido en segundo grado que hice mi debut artístico tocando en mi escuela (las cosas de la vida hicieron que sea la misma escuela donde mi hija Elián hizo toda su primaria). A los 11 años se me dio por componer canciones en letra y música.
Es importante destacar que yo tocaba como se dice “de oído”. No tenía idea de que era un acorde mayor ni nada de eso. Pero tocando y cantando me la pasaba horas de mi infancia. Cuando fui un poco más grande era el alumno que a veces actuaba en el colegio en alguna fiesta.
Si bien mis viejos no fueron músicos, sí escuchaban discos (tango y folclore) e íbamos a conciertos. Piazzolla era alguien bien presente en casa, con sus discos y las anécdotas que sabía mi Mamá de él. Recuerdo haber ido a conciertos como el del “Gato” Barbieri en el teatro Regina en el ’70 o ’71, haber escuchado a la “Antigua Jazz Band” en el teatro de Luz y Fuerza, “Swing 39”, entre otros. Fue justamente el guitarrista de este último grupo, Walter Malossetti, con quien fui a estudiar por el ’77 en su antiguo reducto de la calle Virrey Ceballos. Allí comencé a entender un poco más de escalas, acordes, corcheas y varios etcéteras más. Nunca olvidaré que Walter me regaló entradas para mis padres y a mí cuando cumplí 18 años para ir a “Michelangelo” donde él tocaba con “Swing 39”.
Para esa época y por pedido de unos amigos del colegio “Pueyrredón” que querían armar un grupo y tres guitarristas eran demasiado, fue que comencé a tocar el bajo eléctrico. Conseguí prestado un FAIM modelo Violín que usé hasta que mi papá me regaló mi primer bajo, un FAIM modelo Jazz Bass (que ahora cada tanto toca mi hijo Leandro).
Ya dedicado al bajo eléctrico, pero sin dejar nunca la guitarra, estudié con “Bucky” Arcella, (’80,’81) quien me ayudó a dar mis primeros pasos en el mundo de la lecto-escritura y sus misterios, ayudado por los libros de Carol Kaye (bajista americana de fama profesional y docente), que todavía dan vueltas por mi casa. La primera vez que lo vi a Bucky tocar fue con el grupo de Rodolfo Mederos en un auditorio de “Casa América” (venta de instrumentos) de la avenida de Mayo. Lo que me impresionó fue verlos a todos los integrantes del grupo leyendo tremendas “sábanas” musicales. Eso quería para mi futuro musical.
Fue en agosto de 1980 que se produjo en Buenos Aires uno de los hechos artísticos de mayor importancia en mí vida. La llegada al Luna Park del mejor grupo de jazz fusión de aquel momento, “Weather Report”, comandado por Joseph Zawinul y Wayne Shorter y secundado por Peter Erskine, Robert Thomas y el más grande bajista de todos los tiempos, Jaco Pastorious. Todavía guardo en mi memoria aquel recital. Yo había escuchado a Jaco en discos de “Weather Report” como “Black Market” y “Heavy Weather”, pero verlo en vivo, siempre comento, fue como para un gran creyente, ver a Dios. La energía que irradiaba ese hombre en vivo era increíble. Tocaba, cantaba, corría de una punta a otra del escenario, y todo lo que sonaba de ese viejo Fender fretless era de otro planeta. Las dos horas que duró ese concierto fue como estar en un estado de trance y la versión final de “Birdland” fue apoteótica.
Luego estudie con Carlos Madariaga (’81,’82) con quien estudié básicamente improvisación, análisis armónico, escalas etc. Fue Carlos el primero en recomendarme para trabajos profesionales.
En esa época comencé a dar clases particulares de bajo (octubre ’81) y también tuve mis primeras experiencias como músico profesional.
A finales del ’83 (primavera democrática), tuve la oportunidad de integrar un sexteto de música ciudadana,”Paredón”, donde comencé a dar mis primeros pasos como compositor y arreglador de música instrumental, escribiendo arreglos para bandoneón, flauta, guitarra, piano, bajo y batería.
Mi primer acercamiento a la música se produjo a los 7 años. Mis padres me compraron una guitarra española para chicos en Antigua Casa Núñez.
Esa tarde al llegar a casa puse mi Winco y un disco de folclore, me senté al lado con mi guitarra nueva suponiendo que la cosa iba a funcionar pero grande fue mi decepción. Comencé a estudiar con la Profesora Zulema Fleury (hija del gran guitarrista y compositor Abel Fleury) quien me enseñaba canciones folclóricas y melódicas de aquella época (año 1967/68). Así también tocaba y cantaba aquellas zambas, como por ejemplo “Zamba de mi esperanza“. Todavía recuerdo el cuaderno donde Zulema me escribía las letras en azul y los tonos en rojo. Debe haber sido en segundo grado que hice mi debut artístico tocando en mi escuela (las cosas de la vida hicieron que sea la misma escuela donde mi hija Elián hizo toda su primaria). A los 11 años se me dio por componer canciones en letra y música.
Es importante destacar que yo tocaba como se dice “de oído”. No tenía idea de que era un acorde mayor ni nada de eso. Pero tocando y cantando me la pasaba horas de mi infancia. Cuando fui un poco más grande era el alumno que a veces actuaba en el colegio en alguna fiesta.
Si bien mis viejos no fueron músicos, sí escuchaban discos (tango y folclore) e íbamos a conciertos. Piazzolla era alguien bien presente en casa, con sus discos y las anécdotas que sabía mi Mamá de él. Recuerdo haber ido a conciertos como el del “Gato” Barbieri en el teatro Regina en el ’70 o ’71, haber escuchado a la “Antigua Jazz Band” en el teatro de Luz y Fuerza, “Swing 39”, entre otros. Fue justamente el guitarrista de este último grupo, Walter Malossetti, con quien fui a estudiar por el ’77 en su antiguo reducto de la calle Virrey Ceballos. Allí comencé a entender un poco más de escalas, acordes, corcheas y varios etcéteras más. Nunca olvidaré que Walter me regaló entradas para mis padres y a mí cuando cumplí 18 años para ir a “Michelangelo” donde él tocaba con “Swing 39”.
Para esa época y por pedido de unos amigos del colegio “Pueyrredón” que querían armar un grupo y tres guitarristas eran demasiado, fue que comencé a tocar el bajo eléctrico. Conseguí prestado un FAIM modelo Violín que usé hasta que mi papá me regaló mi primer bajo, un FAIM modelo Jazz Bass (que ahora cada tanto toca mi hijo Leandro).
Ya dedicado al bajo eléctrico, pero sin dejar nunca la guitarra, estudié con “Bucky” Arcella, (’80,’81) quien me ayudó a dar mis primeros pasos en el mundo de la lecto-escritura y sus misterios, ayudado por los libros de Carol Kaye (bajista americana de fama profesional y docente), que todavía dan vueltas por mi casa. La primera vez que lo vi a Bucky tocar fue con el grupo de Rodolfo Mederos en un auditorio de “Casa América” (venta de instrumentos) de la avenida de Mayo. Lo que me impresionó fue verlos a todos los integrantes del grupo leyendo tremendas “sábanas” musicales. Eso quería para mi futuro musical.
Fue en agosto de 1980 que se produjo en Buenos Aires uno de los hechos artísticos de mayor importancia en mí vida. La llegada al Luna Park del mejor grupo de jazz fusión de aquel momento, “Weather Report”, comandado por Joseph Zawinul y Wayne Shorter y secundado por Peter Erskine, Robert Thomas y el más grande bajista de todos los tiempos, Jaco Pastorious. Todavía guardo en mi memoria aquel recital. Yo había escuchado a Jaco en discos de “Weather Report” como “Black Market” y “Heavy Weather”, pero verlo en vivo, siempre comento, fue como para un gran creyente, ver a Dios. La energía que irradiaba ese hombre en vivo era increíble. Tocaba, cantaba, corría de una punta a otra del escenario, y todo lo que sonaba de ese viejo Fender fretless era de otro planeta. Las dos horas que duró ese concierto fue como estar en un estado de trance y la versión final de “Birdland” fue apoteótica.
Luego estudie con Carlos Madariaga (’81,’82) con quien estudié básicamente improvisación, análisis armónico, escalas etc. Fue Carlos el primero en recomendarme para trabajos profesionales.
En esa época comencé a dar clases particulares de bajo (octubre ’81) y también tuve mis primeras experiencias como músico profesional.
A finales del ’83 (primavera democrática), tuve la oportunidad de integrar un sexteto de música ciudadana,”Paredón”, donde comencé a dar mis primeros pasos como compositor y arreglador de música instrumental, escribiendo arreglos para bandoneón, flauta, guitarra, piano, bajo y batería.