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Comencé a dar clases en forma particular allá por octubre de 1981. Desde aquel primer momento me propuse llevar a cabo mi trabajo teniendo de experiencia mis clases como alumno y todo lo bueno que tuvieron, pero también sumarle algunas ideas para mejorar todavía más esa experiencia.
El encuadre de las clases siempre fue sobre la base de enseñar el idioma básico de la música. Aprender a leer y escribir fue de las primeras cosas que les planteaba a los alumnos. En general accedían todos, salvo algunos que me decían que aprender a leer música era muy difícil y que querían evitar tal trance.
En estos casos de a poco los fui convenciendo y al final lograron reconocer que no era tan difícil como les habían dicho.
Otro ítem prioritario es el estudio sistemático de la técnica. Por eso durante años junté material diverso sobre el tema y sobre experiencias en las clases es que me animé a escribir un pequeño tratado sobre el tema de la técnica “Entrenamiento técnico para bajistas”.
 
En este libro hay cantidades de ejercicios sobre diversos contenidos: Velocidad, apertura de manos izquierda, arpegios, ligados etc. También desarrollo una cantidad importante de textos explicativos sobre cada capitulo, citas de diversos autores opinando sobre la “cuestión técnica”, además de mis propias ideas de para que sirve esta ejercitación.
Otra de las cosas que traté fue el hecho de ver la mayor cantidad de diversas músicas posibles. Por supuesto que respetando los gustos del alumno. Muchas veces aquel joven que quiere comenzar a estudiar algún instrumento lo hace por referenciarse con algún bajista (en este caso) o algún grupo en especial. Con el paso del tiempo, y más, si el alumno ha logrado avanzar bastante, por ende, comenzará a modificar sus gustos del comienzo y se dará cuenta de que por ahí sus preferencias del principio no serán ahora las mismas.
Siempre he sido muy respetuoso de los tiempos de aprendizaje de cada alumno. Mas de una vez ex alumnos y alumnos de otros instrumentos me han comentado que desde ya la primera clase ciertos profesores les decían muy abiertamente que –“no tenían talento para la música…“.
 
Hay otros “profesores” (palabra que a muchos les queda demasiado grande), que también les hacen comentarios del tipo – “pibe, ponete un quiosco, en ves de estudiar música…”,-“esto no es para vos…” y varios comentarios descalificadores del mismo tono.
Si uno se dedica a la docencia, en este caso de la música, no puede ponerse en juez para medir la aptitud o no de un alumno. Tratar de que ese alumno aprenda aunque sea algo referido a la música será un verdadero desafío para nuestro accionar docente.
En los años que llevo de actividad docente (30 en el momento de escribir este artículo) tuve alumnos que tenían serias dificultades para el aprendizaje de las cosas más sencillas (por ejemplo: ubicación temporal con el metrónomo, técnica instrumental deficiente etc.). . Pero clase a clase se me planteaba la disyuntiva de que hacer en cada caso. Nunca en mis años de profesor le he ni siquiera sugerido a un alumno su falta de talento o condiciones para la música.
Creo firmemente que todos tenemos algunas condiciones naturales para algo. Algunos las encuentran y otros van pasando por la vida sin nunca haberse dado cuenta de alguna de ellas.
El estudio de la música a veces genera ciertas fantasías en la gente. Muchos de ellos suponen que las actividades artísticas no se estudian, sino que, los que nos dedicamos al arte fuimos tocados por algún tipo de varita mágica, por la cual el conocimiento, se introdujo en nosotros sin más.
Poca gente, digamos quien no tiene algún conocido que estudia arte, sabe que el esfuerzo del estudio, la concentración, la dedicación diaria y la plena conciencia del mejorar cada día mas es la esencia del que quiere llegar a ser digamos un artista.
 
En 1991 comencé a dar clases en la Escuela de Música Popular de Avellaneda (EMPA).
A partir de ahí me introduje en la educación en forma institucional, siendo parte primero como alumno egresado de dicha Escuela (1990) , y luego integrante del cuerpo docente de la primera institución de Latinoamérica dedicada a la enseñanza sistematizada de la música popular (Jazz, Tango y Folclore).
En estos veinte años de experiencia he aprendido mucho en relación a la enseñanza con programas que denotan niveles distintos, contenidos etc.
En aquel momento que ingresé a la escuela recién se estaba armando lo que hoy es la Formación Básica (FOBA) en sus tres niveles. Me tocó a mí pensar que tipo de material incluir además de seleccionar, armar programas, contenidos, formas de evaluación etc.
De a poco y con el paso del tiempo, después de pensar y también porque no de probar distintas variantes, pude llegar a como hoy están armados los programas de cada nivel, tratando de pensar en la lógica de cómo el alumno va apropiándose de los contenidos y como va pasando en forma sistemática y ordenada por cada nivel del FOBA.
También ordena mucho el trabajo a los alumnos saber de antemano que material y de que manera lo tendrán que tocar durante el año de cursada.
He visto o me han comentado materiales de escuelas privadas de música donde los programas no existen. Cada alumno es evaluado en base a lo que toca y no sobre la forma de un programa común a todos. Siempre comento que la diferencia entre una escuela pública y una privada es muy sencilla. En una sos una cliente y en otra alumno, ni mas ni menos.
 
En 1999 comencé a dar clases en forma institucional en la Escuela de Arte “Leopoldo Marechal” de La Matanza. La experiencia en la EMPA fue de vital ayuda a la hora de encarar los materiales de los distintos niveles de la formación básica (FOBA) y un tiempo después también en la carrera de Tango.
La experiencia en dar clases en instituciones tan significativas en la generación de músicos profesionales y docentes de música ha sido de gran importancia en mi carrera docente.
Clase a clase, año a año, se van presentando diversos desafíos en cuanto a la relación de los alumnos a la música y sus resoluciones de problemáticas que no siempre es la misma para todos los casos.
A veces seria interesante saber con que expectativas van a estudiar los alumnos a las escuelas de música. Hay una fantasía instalada, como comente párrafos antes, de que la música no hace falta estudiarla. Encima muchos de los chicos y no tan chicos que se acercan a nuestras escuelas vienen con el preconcepto instalado de que muchas figuras ligadas mas bien a géneros como el rock y sus aledaños dicen en reportajes que el hecho de estudiar música formalmente te “quita onda” o te “saca espontaneidad” o varios etcéteras mas al mismo respecto.
 
El hecho de aprender a leer música nos ayuda a entender un montón de información que nos servirá en un futuro para por ejemplo ahorrarnos un cúmulo de tiempo de ensayos. Recuerdo el tiempo que ensayábamos en mis primeros grupos en los cuales ninguno de nosotros leía nada de música. Eran tres o cuatro veces por semana, de cuatro a seis horas cada ensayo, música que hoy en día lo podríamos resolver con un par de ensayos. Muchos trabajos profesionales de teatro, cantantes o grabaciones se resuelven con músicos que puedan leer de primera y que además conozcan los géneros que se tocan. También hay algunos trabajos que me han tocado hacer en donde literalmente se lee de primera. No hay tiempo de conocer la música ni la gente con la cual se toca. Lógicamente este mecánica de trabajo lleva mucho tiempo de practica, concentración y mucho entrenamiento.
Suele suceder también que muchos alumnos que ingresan a las escuelas de música lo hacen por un afán de aprender, pero en general no son muy concientes de cual es el verdadero nivel en el cual se encuentran.
Esto se nota mucho en los exámenes de nivelación que se hacen a principios de año. En los mismos los propios ingresantes se auto postulan para un nivel determinado de acuerdo a sus conocimientos previos a dicho examen.
Muchos postulantes que pretendían ingresar al nivel superior, dando el programa de FOBA III, no sabían un montón de contenidos que correspondían ni al Foba III ni al II y a veces ni siquiera al nivel I.
Son raros los casos de postulantes que eligen con criterio el examen al cual presentarse. Cuando alguien me consulta por este tema, siempre recomiendo presentarse al nivel que pueda tocar con el mayor resto posible, lo que implica tener un manejo sólido de los contenidos de dicho material.